Una buena planificación anterior a la carrera es importante para poder rendir adecuadamente. Así de bien me sentó la hamburguesa completa, la caña y el café que me tomé unas horas antes de que diera comienzo el triatlón de Castro. En una terracita, frente a boxes y vigilando el coche donde aún no había puesto el ticket de la hora. Si bien es cierto que mi estómago es muy agradecido y los nervios previos a la competición no me impiden comer y asentar lo comido. Y por comentarios con otros amigos triatletas, eso es un privilegio.

El estupendo día había animado a más participantes de los previstos, pero fueron acomodándonos a todos lo que retrasó la salida en unos minutos.

La mar estaba como un plato, pero aún así volvió a sucederme lo de siempre. Sales muy acelerado y no encuentras la forma de respirar por los dos lados adecuadamente. Al final me puse a respirar con cada brazada y ya en la segunda boya recuperé mi ritmo tranquilo y pude respirar por ambos lados. Me mantuve con un pequeño grupo y cuando salimos a boxes encontramos la bici con total facilidad. ¡Así de buenos y de rápidos eramos!

En resumen, pasé una tarde estupenda en un triatlón muy familiar, “de andar por casa”. Pero que no quita que se celebre en un entorno muy bonito y entretenido.